Querido y admirado Rafael: ¡Qué linda carta la tuya! Inclusive el papel (perdón: sufro del complejo de Pensar) es magnífico (sabrás que soy une amoureuse de papier à écrire, una Gaspara para la Stampa de la estampa, una Louisse Labbé de las imprentas, una Mariana Alcaforado de los tipos (no confundir), una Sajo (no confundir) de todo aquello que sea papel, si bien tengo preferencias, ya justificadas, ya irracionales.)[Carta de Alejandra Pizarnik a Rafael Squirru]
jueves, 30 de junio de 2011
Carta a la Fuerza
Queridas Dona Fuerza:
Más allá de que te hayan hecho de física, de química, de religiosidad, de filosofía aristotélica, de revolución galileana, yo te hablo de persona a persona. Doña Fuerza, a pesar de que seas menos perceptible que el arbol que está tantas veces en la puerta de casa que yo me olvido de su existencia y de su tributo a las estaciones del año; a pesar de que tengas encima la metáfora del río y de los fluidos sobre tus palabras, yo sé que tenés el rostro de los rostros en el espejo, tenés la repetición de una sonrisa y un pecho respirando como si fuera la última vez, tenés tantas cosas que a veces no creo que escribiéndote pueda llegarte aunque sea una mínima parte. Estos días, sin embargo, algo nos ha acercado, tanto que hemos llegado a un diálogo tal que hasta la sonrisa mía es también tu sonrisa, o las palabras nerviosas que tengo para decirle a los que pasan por los pasillos también tienen el estilo de tu jerga extraña y por eso mismo maravillosa. Quizá vos no te hagas cargo, Doña Fuerza, de lo que yo te adjudico en estas lineas: por ahí vos te involucrás con quijotes como Hamlet o Don Quijote, o Jorge Sábato o todo ese mini- panteón que se erige en cada cuadra, en cada plaza, en cada libro durmiente. Yo, sin embargo, tengo la dicha de votar humildemente, de decir algo -cosas hermosas- que todos olvidaremos, como las cosas que dice mi hermana cuando descubre que la flor se abre al universo: digo, yo, sin embargo, te agradezco y te doy parte de estos triunfos a vos, Doña Fuerza. (aplausos) Vos me dirás "No soy yo , sos vos...", pero eso yo no me lo puedo creer, yo necesito creer que vos andás ahí rondando los países, los mares y los ríos, filtrándote en las poblaciones, curando con tu ser de Doña Fuerza a hombres como yo, que andaban perdidos por las calles, mendigando los calendarios, pidiendo revanchas y contrarevanchas a las batallas perdidas, y los abrazos que estaban a veinte cuadras y no pude alcanzar...esas cosas que vos me has traído, Doña Rosa, en forma de viento que me levanta y me moldea sonrisas y ganas de gritar y repartir esta carta que te escribo y que termina ahora.
Gracias,
Santiago Enriquez.-
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