martes, 4 de enero de 2011

Epístola general

MI muy querido lector (que no existe):

Como todo escrito hecho para alguna vez ser leído fuera de estos ojos de quien escribe, actúo que escribo para vos, hermoso lector (que no existe).

Te figuro ahí, en ningún lugar, pero intentando como existir para que ésta carta tome rumbo y tenga buen punto, un fin con el sentido necesario para que yo siga escribiendo y pida perdón.

Sí, pido perdón por haberme ausentado tanto tiempo de éstos pagos, de éste proyecto de sentirme el cartero que lleva noticias a dos Santiagos en dos lugares diferentes del territorio nacional. El puente estaba derrumbado, y me dediqué a otros oficios bastante menos necesarios para el "mundo": hacer de payaso para los amigos, servirle mates a mi madre, besar bocas que precisaban calor, estudiar y tener una matrícula que me habilite a hablar con un poquito más de espada en mis discursos. Tantas noches variando de oficio en función de lo que me reclamaba el "mundo". Y yo accedía a los pedidos, sin burocracia previa a ejecutarlos, con el placer y el amor que siempre tengo como energia cinética y que me permite transitar las calles, los cuartos, y los patios pocos que tengo en mi patrimonio.
Cuando cambiaba el oficio, tenía un breve lapso de "cambio de vestuario": si era el universitario serio y peinado, la oficina me reclamaba camisa dentro del pantalón y cambio de peinado, ocultamiento de la calvicie y charlas acerca de otros barrios que no sean similares al que rodea a la facultad. Y en ese intervalo de transición yo pensaba -como hago en toda la línea que supuestamente esquematiza mi vida-. Pensaba en el acto de cambiarse el oficio, en qué éra cuando no era, por ejemplo, ni universitario ni oficinista. Osea pensaba en lo que estaba haciendo, y por ende siendo, acción misma, transición plena, decimales que desbordan papeles cuadriculados (y ahí la ambiguedad del número), probabilidad de uno (universitario) sobre uno (oficinista), y podría seguir con la lista de metáforas que me guardo para cuando continúe con mi oficio de escritor (el de ahora). Y, como te decía, lector (que no existe), pensaba cómo un hombre puede quitarse el mundo de las espaldas así como así, con la irresponsabilidad que se le permite a un actor cuando cambia de telenovela. La "nada" tenía tanta razón que no había imágen en los lugares que no se curven y tiendan hacia ese concepto. Pero ,aclaro, que la palabra no debe asustar: "nada" acá la empleo para decir " que no es ni una cosa ni, la otra, ni la otra, ni la otra, ni la otra (¿ad infinitum?)"

"Cuando sea grande yo quiero ser..." delimita los puntos, pasa en claro los enteros, y te canta las tantas. Grita al mundo. El reclamo está allá a lo lejos, en la cocina, armando una torta de feliz cumpleaños y en otro lado, trabajando para ganarse el sueldo y darte la educación (no sé si me explico querido lector (que no existe)).

Pero volvamos a la experiencia que te contaba. Yo tenía un proyecto de ser cartero de mentira para unir a los Santiagos bien definidamente en dos lugares de nuestra querida Argentina: un Santiago en un reducto del grosso y nunca bien ponderado Estado. Otro Santiago en la vagancia bajo soles y chusmeríos de pueblos del litoral ¿Y yo qué?Yo estaba sacrificado a la tarea de entregar noticias lejanas, y nunca mal recibidas realmente (porque así yo lo disponía). Y mirá vos, lector (que no existe): el cartero era tan importante que de él dependían dos existencias, de él dependían los dichos de uno sobre otro Santiago, de él todo el mundo. Y de él vos también dependías, lector (que no existe). Esto, entonces, era una responsabilidad tremenda, no era sólo vaso de agua o tecito de medianoche y computadora prendida. No. Es todo ésto que te escribo (con agua cerca y un gato cerca que me hincha las pelotas). Responsabilidad de llevar adelante un "mundo". No el "mundo" del cual te hablé: no el "mundo" de los que reclamaba,n como en huelga de hambre, universitarios, oficinistas, hijos buenitos, amantes ardientes, amigos payasos.

Otro mundo, el construido por capricho de alguien que dice autónomamente frente a los incrédulos: "cuando sea grande yo quiero ser...", mientras todos se iban a ser (hacer) lo reclamado (el reclamo).

¿Y qué tiene que ver esa frase con el "mundo" que invento y con pedirte perdón a vos lector (que no existe)?
Ahora que la oficina está cerrada y que hay receso de verano en la facultad, y que mi madre está avocada al horno, ahora que...
me dedico a ser un cartero que pide perdón a los lectores (que no existen) de Santiago y otro Santiago que se mandan cartas.

No quiero mentirte, lector: "cuando sea grande quiero ser escritor".Y si uno está acá, construyendo "mundo", está eligiendo la breve lectura de cartas de piedad. Y el "mundo" ése de que poco hablé , estará necesitando de Santiago en una oficina en el Estado y un Santiago respirando federalismo. Y de que vos existas, lector, para que se borren los paréntesis que dicen (que no existen). Y éstas últimas oraciones.

Con cariño,


Quien elige ser escritor.